La Constitución de 1886 fue reemplazada por la de 1991. Duró más de un siglo y el país no se desbarató, con las dificultades normales de cualquier nación. Había marihuana tipo exportación, delincuencia, corrupción y grupos al margen de la ley. La guerrilla siempre estuvo en el monte, lejos. 105 años después, fue cambiada por la de 1991, la cual mejoró sustancialmente su marco jurídico creando un Estado Social de Derecho, donde se acentuó los pilares de una democracia participativa en favor del ciudadano de la calle.
De igual manera, se crearon instrumentos más prácticos, como la acción de tutela, que garantiza la efectividad de los derechos fundamentales de cualquier persona, y un capítulo especial dedicado a la defensa y protección del medio ambiente. Cuenta con 380 artículos, suficientes para enfrentar cualquier problema normal del país. Sin embargo, durante su vigencia ha tenido más de 45 reformas, ajustando sus normas a las circunstancias dinámicas de un Estado moderno.
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Los problemas subsisten, y seguramente, que tampoco no van a desaparecer, como el flagelo de la corrupción, el narcotráfico, la violencia, el desempleo y la inseguridad. Por ejemplo, la corrupción no es de derecha o de izquierda, pues hay bandidos ambidiestros. El problema no es de Constitución Política, sino del cerebro de un buen gobernante. ¡De malas, cuando nos equivocamos el día de las elecciones!
Ahora bien, ¿cuál es el verdadero sentido de crear una nueva Constituyente por parte del Presidente Petro? El asunto es político- electoral. El gobierno se está quedando sin aire y necesita reactivar las masas populares ante el desgaste natural y la realidad de las encuestas. Hay que buscar culpables, y la culpa no es de la vaca, como dice el libro de Lopera.
Gustavo Petro. Presidente de la República
El poder no se puede perder. Tiene un atractivo casi sexual. El ser humano lo defiende a muerte. Este gobierno se excedió en reformas. Cuatro, bien estructuradas y con argumentos, eran suficientes, lideradas con una nómina de ministros expertos y con buena inteligencia emocional.
La Constituyente no es el camino. Es costosa, engorrosa y peligrosa. Mover más de 13 millones de electores que digan Si, no es fácil. Se van casi dos años en este proceso. Mientras tanto, el país seguirá viendo el espectáculo entre Mancuso e Iván Mordisco. ¿Quién canta mejor? Nace un nuevo Macondo.
"Artículo de Francisco Cuello Duarte y publicado en los periódicos El Heraldo, El Meridiano, Diario del Huila, Causa Guajira y el semanario La Calle."
FRANCISCO CUELLO DUARTE
CONSULTOR POLÍTICO
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