No hay nada más provechoso para un candidato moribundo electoralmente, que le hagan un atentado por un sicario con mala puntería, como le sucedió recientemente a Donald Trump, que según las encuestas estaba por encima del Presidente Biden y ahora ya nada lo detiene en el camino hacia la Casa Blanca.
Un hecho similar sucedió en Colombia cuando una tarde del cuatro de marzo de 1993, en el aeropuerto El Dorado de Bogotá atentaron contra Ernesto Samper y José Antequera, muriendo este último, mientras que el candidato presidencial recibió 13 balazos en su gigante estómago, una de las pocas ventajas de ser gordo. Dos meses después Samper le ganaba las elecciones al conservador Andrés Pastrana.
El voto presidencial es altamente emocional y un atentado para acabar con la vida de un candidato despierta todas las pasiones del ser humano en favor de la víctima, asegurando su triunfo electoral cuando queda vivo. Pero, cuando lo matan, los herederos del dolor pueden transferir ese sentimiento en favor de un tercero escogido por la familia del muerto, como sucedió con Gaviria, con el magnicidio de Luis Carlos Galán, gracias al sentimiento de dolor que produjo en el pueblo colombiano el asesinato de este gran líder.
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Ahora bien, un atentado con sicarios colombianos no tiene pierde. Nada de oreja mordida como afortunadamente le ocurrió al candidato gringo que hoy lo exhibe orgullosamente como un símbolo político. Y tiene un impacto a su favor en las encuestas, pero al mismo tiempo pone a Biden y a su equipo a decidir si sigue en la contienda o lo remplazan por una candidata que sea una Parafernalia (ni bajita, ni alta) como dice la canción de Rafa Pérez, que deje sin valor la oreja diabólica de contendor.
De todos modos, si usted es candidato a un cargo de elección popular, cuídese, especialmente en estos países de mucha violencia política. Y como no está exento de un atentado, ore para que Dios lo proteja de todo peligro. Sin embargo, en caso de que ocurra, agradezca que los sicarios no sean colombianos porque estos personajes no muerden orejas, ni asustan, pues antes de ejecutar su macabro trabajo van a la iglesia a pedir protección divina.
Joe Biden. Presidente de Estados Unidos.
Hay atentados, auto atentados y suicidio político. Este último caso sería, por ejemplo, atentar contra María Corina Machado en Venezuela. Si ella queda viva, se convierte en héroe, y su candidato barre en las elecciones; si la matan, el baño de sangre que anuncia Maduro sería contra él y su pandilla, y desaparecería el Chavismo. ¡Maduro está bien maduro!.
"Artículo de Francisco Cuello Duarte y publicado en los periódicos El Heraldo, El Meridiano, Diario del Huila, Causa Guajira y el semanario La Calle."
FRANCISCO CUELLO DUARTE
CONSULTOR POLÍTICO
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