El gobierno nacional mediante Decreto 1724 de 2021 determinó un incremento del salario mínimo para el año 2022 en un 10.07%, el más importante en los últimos 30 años, cifra que incluyendo el subsidio de transporte asciende a $1.117.000 pesos. Pero lo que no se esperaba era que factores externos pudieran tragarse de un tajo ese incremento que llegaba a manos del trabajador colombiano, y que orgullosamente se sentía un nuevo millonario.
Hay que tener en cuenta que el fundamento jurídico del salario de los trabajadores es el artículo 53 de la Constitución Política, cuyo texto destacamos en su parte pertinente: “… La ley correspondiente tendrá en cuenta por lo menos los siguientes principios mínimos fundamentales: igualdad de oportunidades para los trabajadores, remuneración mínima vital móvil…”. Y, como a estas alturas dicho incremento ya fue devorado por la inflación, con los altos precios de los productos de la canasta familiar, las centrales obreras (CUT, CTC, CGT y pensionados) le han solicitado al gobierno nacional un aumento extraordinario de ese salario mínimo, pues ya se registran aumento en la papa, huevos, pollos, queso, carnes, y los servicios públicos, especialmente la electricidad.
La petición en mención de parte de las centrales obreras no es exagerada ni temeraria y tiene su fundamento en la realidad social del país. Seguramente que la respuesta del gobierno tampoco será fácil, pues una variación en este campo desajusta todo el presupuesto nacional, dispara la inflación en todos los sectores e impacta negativamente en el desempleo y al final conduce a una peligrosa recesión económica que se caracteriza por una disminución del consumo, de la inversión y la producción en bienes y servicios. Aquí perdemos todos, especialmente los más pobres, menos algunos sectores que se aprovechan macabramente de la tragedia para llenar sus bolsillos.
El fenómeno inflacionario es mundial, por los efectos de la pandemia del Covid 19, el problema de la cadena logística de suministro de los contenedores que transporta las mercancías en el mundo, y ahora con la guerra de Rusia contra Ucrania que agravó la importación de los productos alimenticios y de fertilizantes que se importan de esos países. Además, a esto hay que sumarle el aumento en los precios del petróleo y del dólar, lo cual pega duro en los bolsillos del pueblo.
Esperamos que el gobierno nacional estudie esta petición de las centrales obreras, con mesura y sin emociones, y sin el ingrediente político, pues la cosa no es fácil de resolver pues la solución no puede ser populista de decirle si a todo para conquistar el voto del elector.
Esta solicitud de la variación del salario mínimo legal, por los efectos de la inflación, no es una papa caliente ni tampoco un chicharrón, sino una bola de candela que requiere una respuesta inteligente, pero después del debate electoral.
"Artículo de Francisco Cuello Duarte y publicado en el diario El Heraldo de Barranquilla, Colombia."
FRANCISCO CUELLO DUARTE
CONSULTOR POLÍTICO
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