En este mundo nada es confiable y mucho menos en la actividad política. Una campaña electoral es una verdadera guerra llena de rumores, ofensas, insultos, calumnias, verdades a medias y disparo de mensajes y memes de todos los calibres para debilitar al adversario. Es el manejo del marketing emocional en todo su esplendor.
Por eso, quienes actuamos como consultor político aplicamos las enseñanzas de “El arte de la guerra” de Sun Tzu, un libro escrito hace 2500 años, que junto con “El príncipe” de Maquiavelo (1532), todavía tienen vigencia en nuestros días.
La encuesta electoral es una herramienta para determinar el mercado de opinión y otros datos de interés del elector. Una encuesta no predice el resultado electoral, sino que lo mide en un momento determinado. No hay encuestas ciento por ciento transparentes, pues es un trabajo de campo realizado por gente recogiendo información de la gente. Sin embargo, hay que tener en cuenta qué empresa realiza el trabajo, cuál es su experiencia y quiénes están detrás de ella, pues los resultados pueden ser confiables o altamente dudosos, dependiendo de la órbita del poder donde gire su actividad. Una encuesta es como un chorizo, hay que analizar quién lo fabrica y cuáles son sus ingredientes, pues de pronto nos meten carne de burro viejo.
En Colombia, las encuestas están sometidas a la reglamentación que dicta el Consejo Nacional Electoral en cuanto a la publicación de la ficha técnica.
Hay empresas muy transparentes y otras de dudosa ortografía. Pero, lo único cierto es que el resultado de una encuesta profusamente publicada en los medios de comunicación y en las redes sociales tienen un gran impacto en la decisión del público, pues la gente se alinea, casi siempre, con el que vaya punteando.
La última encuesta realizada por el Centro Nacional de Consultoría y Guarumo & Eco Analítica, coinciden en que habrá segunda vuelta, seguramente entre Federico Gutierrez y Gustavo Petro. Pero sería irresponsable hacer proyecciones sobre la segunda vuelta cuando todavía no se ha cumplido la primera etapa, pues es un escenario dinámico de muchos actores y circunstancias que todavía no se puede dibujar, con alianzas donde juegan muchos intereses políticos, económicos y burocráticos. Recordemos que en la campaña de 2018, una firma encuestadora contratada por Vargas Lleras lo proyectó en segunda vuelta frente a Duque, y al final quedó por fuera del ring.
Ya Ingrid cogió carretera hacia el Uribismo. ¿Para dónde saldrá Rodolfo Hernández? ¿Qué pasaría con Fajardo? ¿Será que ahora si va tomar una decisión más inteligente asumiendo los riesgos que implica una actividad electoral, o dejará en libertad a sus seguidores? Sería un error imperdonable que este líder siga en un limbo político, en un sueño eterno, pues al final corre el riesgo que su marca se disuelva en ese mar de tempestades.
"Artículo de Francisco Cuello Duarte y publicado en el diario El Heraldo de Barranquilla, Colombia."
FRANCISCO CUELLO DUARTE
CONSULTOR POLÍTICO
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