Según las recientes declaraciones radiales de la directora de la MOE (misión de observación electoral), no hay ninguna evidencia de una posible intervención de Rusia en nuestra política interna, y menos en el proceso electoral de las elecciones presidenciales.
Es curioso la referencia que sobre el tema hace el diario El Tiempo en su edición dominical de febrero 13, y la portada de la revista Semana.com, No. 2072, donde el expresidente Pastrana, producto del traumatismo psicológico del fraude de 1970, manifieste esa misma postura, cuando el fraude electoral lo hace siempre quien tiene el poder político, en este caso el Presidente y el Registrador, Alexander Vega. Este funcionario es poco confiable en estas elecciones de tanta importancia.
Lo que sí hay actualmente es un alto riesgo de fraude electoral en 258 municipios, según lo señala el periódico el Nuevo Siglo, de febrero 9/22, donde 49 están en riesgo extremo. Por ejemplo, en el Catatumbo, el sur de Bolívar, Arauca, y la costa del Pacífico en Nariño y Buenaventura, entre otros, por los conflictos entre grupos armados y la violencia que generan los cultivos de coca.
Ahora bien, la influencia externa de Rusia y China en el debate electoral interno no está probada. Sin embargo, no se descarta la manipulación de los hilos del poder, especialmente por parte de Rusia como ya lo hizo en la campaña de Trump en los EE.UU. Pero, soldado avisado no muere en guerra.
Hay que destacar que en este mundo globalizado y multipolar estas dos potencias ya se metieron en el “patio trasero” de los gringos, donde Putin juega a tres bandas en la geopolítica mundial para hacerle contrapeso a la influencia de los EE.UU en la región. Desde hace muchos años está en Cuba. Y ya se metió en Venezuela, Brasil, México, Argentina, Nicaragua, Bolivia, y próximamente en Perú y Chile. Mientras que China también hace presencia con un portafolio de socio comercial, con créditos, ayuda militar y grandes inversiones en materia de energía, agricultura y tecnología.
En esta realidad macondiana el juego político va a estar en las elecciones presidenciales, y dependiendo del candidato que gane (izquierda o derecha), el nuevo Presidente no podrá matricularse como alumno bobo o mediocre en uno de los dos bandos, pues la polarización, el discurso del odio, el sectarismo, la división interna y el enfrentamiento político aumentaría la violencia en perjuicio de los intereses nacionales.
Ahora bien, en este nuevo escenario político a partir de agosto de 2022, los EE.UU deben cambiar su estrategia hacia este “patio trasero”, especialmente hacia Colombia, con un mejor trato y una ayuda más efectiva a su mejor amigo. De lo contrario, este vacío amoroso lo llena otro más vivo (Rusia o China).
La meta entonces es elegir un Presidente inteligente, no un sectario y mañoso que ponga en peligro la democracia colombiana o que le agarre el trasero al diablo.
"Artículo de Francisco Cuello Duarte y publicado en el diario El Heraldo de Barranquilla, Colombia."
FRANCISCO CUELLO DUARTE
CONSULTOR POLÍTICO
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